domingo, agosto 27, 2006

IDENTIDAD

No se si voy a llegar algún lado, pero intentarlo no cuesta tanto.

Entonces yo me enorgullecía sin entender que era más que un mero portador de nombre y apellido, con eso bastaba, aunque en realidad no eran de mi agrado.
Pero resulta que tal vez nos unen más cosas de las que hasta aquí nos separaban. Es cierto que la no contemporaneidad existencial es algo que existe y es incambiable. Incluso, si hubiera una vida luego de esta, no se si estarías allí, si te encontraría, ni sabría como buscarte. Además, acá estoy cómodo (como seguramente ya sabes). Al parecer vivo bajo tus preceptos, y cumplo los sueños que alguna vez tuviste. Al parecer, heredé mucho más de lo que parecía. La antorcha que se había guardado durante tantos años, en realidad nunca se apagó, tan solo estaba escondida. No había forma de evitarlo, finalmente nos íbamos a encontrar, no es que no te reconociera, es solo que quería intentar no ser pretencioso, no creer que solo lo bueno había pasado, porque sino, no es tu ser al que me parezco, sino tu dios. Ahora si, somos dos humanos. Muy iguales y muy distintos. Con aciertos, con errores, vivos y muertos. Pero realmente es un gusto conocerte hoy, más allá de lo que las anécdotas cuentan. Es un gusto conocerte en cada latido, cada vez que la sangre bombea es un honor traerte a la vida nuevamente.
Si alguna vez nos cruzamos, en algún tiempo, en algún lugar, nos vamos a reconocer. Solo hay que saber mirar (hacia adentro). Y si alguna vez me pierdo, y no puedo encontrarme, le pediré a alguien que me cuente una linda historia tuya, y allí, al instante, voy a saber quien soy nuevamente. Gracias.