lunes, noviembre 08, 2004

El alfil y el caballo

Y es que "Al terminar el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja".

La reina se mueve por todo el tablero, la sigo con la vista, le temo, la vigilo, me cuido de ella. Las torres avanzan imperceptibles ante la huella de semejante belleza y mi rey muerde el polvo mientras se disuelve mitad negro y mitad blanco. Miro a la vida, el único rival que me hace titubear y la desafío a una revancha, confiado de que el dolor me dará la sabiduría para que los errores del pasado sean piedras con las que luego de tropezar, construiré una estructura más fuerte.
Acomodo una torre en cada punta, los caballos hacia adentro, con su cara mirando al enemigo. Los alfiles de pié escoltando a las figuras más importantes. Un ejército de peones armados solo de coraje y penas por dejar a sus familias, hechas de una madera de su misma calidad, protegen cada pieza para lograr así llegar con furia ante el fuerte de la vida.
La frontera del rival se levanta impenetrable. Intento visualizar el hueco que alguna valiente polilla pudiera haber dejado a medio fabricar y vagamente lo imagino. El juego comienza otra vez. La vida me da ventaja, se muestra indefensa inflando mi cuerpo de una falsa seguridad. Confiado muevo las piezas de mi propio ejército. Ataco en un arrebato de felicidad, de confianza, de seguridad. La reina está desnuda y sé que es peligrosa. No la pierdo de vista, la sigo con odio y admiración. Avanza, retrocede, viene hacia mí, me seduce, me enamora. No escucho, no veo, ni siento los gritos del rey. Las torres avanzan imperceptibles ante la huella de semejante belleza y mi rey muerde el polvo mientras se disuelve, mitad negro y mitad blanco.
Exijo una nueva revancha, la vida sonríe y acepta. En mi interior sé que volveré a caer, pero también conozco cuanto tiempo me espera hasta que decida triunfar.

Dedicado a Baterfly. Gracias mariposa por convertir esa palabra en algo hermoso otra vez.

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