domingo, noviembre 04, 2012

Las viejas tormentas

Hay dos líneas, dos curvas para ser técnicamente preciso, que corren una carrera en la cual solo intentan ayudarse a estar donde deben estar. Una corre de abajo hacia arriba, y la otra en sentido contrario. No importa cual llegue primero a la meta (si es que hay meta), solo importa el momento en donde ambas curvas se cruzan. Eso ocurrirá dentro de un tiempo, y curiosamente, esto puede tomar días, meses o años, pero sin importar cuan incierto sea el momento, solo la fé en que este cruce ocurrirá, las mantiene corriendo. La que sube es la del reencuentro, el reconocimiento, la satisfacción. La otra es la del recuerdo, el encierro y la obsesión. Hasta que el cruce ocurra, la primera, que es la buena, la deseable, la sana, describe solamente un efecto colateral de todo el bien. Mientras tanto la segunda, es la enfermedad, el dolor y el desamor. Cuando ese cruce ocurra, habrá magia. La primera será el efecto deseado y la segunda pasará a ser "lo colateral", el producto inservible que se desprende de toda transformación. Se llevará consigo toda energía que en ella haya sido depositada, y cuando esté cerca del final, se hará recta y se irá paralela a la meta eternamente, convirtiéndose en un ruido, único testimonio de las viejas tormentas.