lunes, mayo 28, 2012

Espías


Como un día de calor, a unos veintiocho grados, ni más ni menos, en medio de algún otoño. Nadie sospecha, simplemente está allí esperando (mientras transcurre) la reacción de la gente. Como un número impar en la mano de enfrente, en la puerta de entrada, entre todas las puertas. Como toda la gente, entre todas las puertas, más preocupada por la mirilla que por la ventana. Pequeñeces aumentadas con esfuerzo, e inmensidades ignoradas, como una fragancia que invade un cuarto sin que alguien lo note. Bemoles de la mirada puesta en el destino y no en el camino. Entrópicos, caóticos, forzados, que miran de reojo pero no observan, que pispean las cartas, que manosean la fruta, que sienten el fraude, pero que no juegan, no comen, ni invierten. Espías.

martes, mayo 22, 2012

Seco


Como el clima, como la piel, y como el cerebro convertido en nuez que no riega ideas, que no riega letras, que no riega nada. Seco como una sorpresa mal dada, o como una mala sorpresa. Seco como una rama que está a punto de partirse.
Entraba el sonido del piano. Siempre me pareció que lograba colarse por debajo de la puerta, aunque sé que no es así como funciona (o si), y esta vez las notas lastimaban. Lastimaban porque sonaba un hombre con necesidad en los dedos, necesidad de golpear teclas que componían música. Necesidad de otro hombre de golpear teclas que compongan letra.
El cielo que oculta Soles que ocultan sonrisas. El peso, las valijas, “ponga la bandeja en posición vertical y abroche su cinturón”, la rutina y los kilómetros que te ponen viejo, pero sobretodo, seco.

lunes, mayo 07, 2012

Pequeños mundos

Fueron esos tiempos en donde se dejaban pequeños, secretos y sutiles regalos, (diciendo) presentes. Tiempos en donde las voluntades de la gente se pensaban recíprocas hasta que se demostrara lo contrario. Una época en donde todos sin excepción, supimos ser Hansel o Gretel y creer, pero con mucha fe, que las migas que dejábamos significaban algo, y nos ayudarían a encontrarnos.

miércoles, mayo 02, 2012

Carga diablo

El hombre camina y carga diablo, se ve, se puede ver. Los ojos perdidos, el pelo encrespado de furia anónima y algo grasoso. La barba le danza en la cara, y el olor, ese olor. Deambula por un parque, pasa cerca de la fuente y su reflejo tan solo es fuego. Algunos perros lo ven, le ladran, le chumban. El los mira a los ojos y ellos retroceden, asustados. No todo hombre carga diablo. Este hombre carga, y habla en lenguas, lenguas que dicen cosas, lenguas que hablan en hombre: “un uomo che porta diavolo, un uomo che abbraccia Dio”. Camina y lastima al piso. Camina y consume el aire. Camina y carga diablo.
La vida le habla en forma de piano, suenan las notas, y la niebla hace un ritual, se mueve lentamente, forma símbolos, símbolos que dicen cosas, símbolos que hablan en hombre: “Non sono brava se non fanno male. Non Sono vita senza dolore”.
Se desmaya junto a un camino y flota a centímetros de caer. Se marea, siente vértigo, fuerza la boca, rompe sus muelas, escupe sangre, mancha la acera, y esta se parte a cada gota. Sangra el diablo, por poseerlo. El hombre carga diablo. El diablo no conoce todo. Hombre que carga diablo, uomo che parla in lingue, hombre que mata al diablo es hombre que olvida a Dios.