lunes, agosto 08, 2005

AÑO LUZ

De querer y no querer, de poder y no poder, de la sana costumbre en la que se convierte amar. De compartir y seguir jugando, y transportarse nuevamente y ser un niño, y pintar con crayones, pegar papel glacé, y abrir esos sobrecitos de felicidad en polvo, que esparcían brillantinas por toda la hoja deseosa de apoderarse del color. De recordar algo sino todo lo que nos divertía, lo que nos gustaba, lo que valorábamos e incorporábamos día a día, como un nuevo equipo de fútbol, como un luchador favorito, como un nuevo héroe que distaba tanto de nosotros como el mismo sepia de nuestra ropa manchada por tanto juego y tanto aprender. Porque no existía competencia alguna en la que no jugáramos con ellos y estuviéramos pasando por su corazón y sintiendo sus pasiones. Porque no existía competencia alguna con la que tuviéramos que lidiar nosotros. Porque es justo cuando se recuerda el verdadero amor, y a eso solo se llega compartiendo.
De querer y no querer, de poder y no poder, de estar y no estar. ¿Cuánta distancia es un kilómetro y cuantos años pasarán hasta que vuelva a saberlo?

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