sábado, agosto 11, 2007

LA HOJA EN BLANCO

Como esos dibujantes que enseñan a dibujar mediante una animación basada en sus propios dibujos, ellos muestran el lápiz, pasando sobre una hoja también dibujada, y muestran cuadro por cuadro, como deben de armar las figuras.

La hoja en blanco representa nuestra herramienta o nuestra oportunidad.

Si tenemos una historia que contar, necesitamos rápidamente anotarla, como idea al menos, para luego ir esculpiendo si es necesario, y agregando o quitando partes, y culminar nuestra obra. Hasta aquí, un simple elemento. Pero la hoja en blanco no juega el mismo rol cuando ninguna historia hay para contar, pero desea algo ser contado. Por ejemplo, había una vez una historia que deseaba ser contada. La idea se apoderó del escritor, que ávido en reflejos, notó que estaba poseído. Inentendiblemente, comenzó a sentir algo extraño. Buscaba la explicación, pero no lograba descifrar lo que ocurría. De repente notó que tenía ganas de escribir, pero no sabía acerca de que. Agarró rápidamente la hoja en blanco, y como en una suerte de exorcismo, vomitó sus ideas sobre ella.

Claro está, la hoja en blanco era la oportunidad, no que el escritor sino la idea, estaba buscando. Porque en ciertas ocasiones, las ideas tienen algo en común con los humanos. El instinto de supervivencia. Una idea, sabe que si vaga errante por el mundo, sin apoderarse de nadie, muere velozmente y nadie es siquiera conciente de su corta existencia. Pero al aterrizar, al encontrar a su víctima, se genera esa innecesaria necesidad de darse vida. Un auto-embarazo, y un inmediato nacimiento. La idea una vez que nace, es imperecedera. Vivirá por siempre. Su víctima, es recompensada. Algo de ella, nunca morirá.

No hay comentarios.: