Hay un Gremlin en mi pieza que toca un Do en la guitarra, si, la criolla, mientras yo armo la cama para irme a descansar. Mientras con las uñas rasguea, con los dedos hace la nota y con la boca trata de entonar. Le sale una especie de "shjjjjjjjj", y me doy cuenta que es un Gremlin de los malos, y medio que me tiendo a asustar, pero después todo pasa, porque al fin y al cabo, ¿No mide como 20 centímetros nada más? Entonces digo, si no tiene un soplete como en la película ni un cortaplumas, ¿qué puede hacer con la guitarra? Y ahí nomás me la parte por la cabeza.
Me despierto mirando un techo blanco y al ritmo de un pitido constante. Una cruz atrás de la cama con el Gremlin clavado ahí. Las gotitas de suero caen y caen y me pregunto, ¿Cuánto tiempo dormí? Intento ver mi reloj, pero no está, y cuando bajo la vista hacia mis manos, tienen más arrugas que antes. El aire apesta a antiséptico y se rumorea por los pasillos que la luna ya no existe. Me incorporo y se muy adentro que nadie me acompaña, sobretodo desde que mi atacante se convirtió en un nuevo signo, y su raza en una nueva religión. Claro está, que esta idea comienza a hacer eco en mi cabeza y me doy cuenta que siempre fui un enemigo para la humanidad, ¿de qué otra manera sino, se idolatraría a mi atacante? Lo que no comprendo es porque recibo atención médica. Los tiempos deben haber cambiado tanto. Entra una enfermera, parece horrorizada al verme sonreírle seductor, debe pensar que soy muy joven para ella, pero en realidad, soy muy viejo. He dormido más de 30 años. Estoy solo, y el mundo ha cambiado.
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