viernes, octubre 27, 2006

NADIE PUEDE SACARME LAS GANAS

Puede que haya perdido las fuerzas, que las haya dejado en algún lugar y que no recuerde donde (dicen que todo se encuentra cuando se deja de buscar). Puede que haya perdido el interés por las cosas que antes me quitaban el sueño. Puede que haya abandonado la lucha diaria por las causas que me motivaban. Puede que no esté del todo en mi centro, y que hasta haya perdido el equilibrio de los objetos con los que tanto tiempo hice malabares. Puede que haya perdido algunas magias personales, mías y de nadie más. Puede que haya comprendido que soy uno más en el mundo, y que tal vez no haya nacido para algo grande, sino para aprender las mismas lecciones que mis pares. Puede que Dios esté tomando su lugar en mi vida y por eso yo haya abandonado mi rol omnipotente. Puede que haya perdido las esperanzas de que todo esto cambie. Puede que ya me haya resignado a vivir en el mundo tal como está. Puede que ya no me preocupe nada más.

Pero nadie puede sacarme las ganas de vos. De mostrarte día a día porqué te elegí, porqué te elijo y porqué te seguiré eligiendo. Nadie va a sacarme la fuerza para hacer que cada día sea para nosotros, algo especial. La espera valió la pena, el proyecto está cambiando de etapa. Y estoy acá, en la cuenta regresiva para que llegues y completes esa mitad que me falta cuando te necesito. Esa mitad que siempre me falta. Dejame hacerte feliz el resto de nuestras vidas y te prometo que nadie me va a sacar las ganas. Sos mi tesoro más preciado, la joya que más cuido. Sos todo lo que necesito en el viaje. Caminemos si querés, o volemos si es que así lo preferís.

La entrega es total, incondicional (con lo poco cierto que esto es y lo poco que eso implica). Trabajamos mucho, en todos los frentes. Llegó el momento de que lo disfrutemos. Llegó el momento de que nos disfrutemos. Para eso es que nos tenemos. Para hacernos felices, para contagiarnos de las alegrías, para acompañarnos en las tristezas. Para mirarnos cada vez que nos perdamos en nosotros mismos y poder encontrarnos en los ojos del otro.

Llegá sabiendo todo lo que ya sabías. Llegá sabiendo que no puedo dejar de amarte, que se creó lo físicamente imposible, el símil del movimiento continuo que cada vez va más rápido, el amor que crece todos los días a pesar de que al verlo es tan grande que parece que no podría caber en ningún lugar.

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