Entonces a veces no es cuestión de tomar decisiones (o si, pero de no pensarlas demasiado) y por eso es que me fui así nomás casi con lo puesto. Tenía muchas cosas que ver y muchas que probar. Sin planes ni expectativas extraordinarias (solo las de poder verte un rato) llegué justo para que el sol me viera de bien arriba, y te encontré allí, donde me encanta encontrarte. En el valle de la felicidad, a la vuelta del árbol flaquito que cuando hay viento se inclina por las cosquillas. Y un poco que entendí todo. Fue un año de tanto planear, que me olvidé de vivir los planes. Poco a poco estoy acá otra vez, intentando la motivación por las pequeñas cosas, la fuerza que sale debajo de las piedras, las ganas que movían el mundo debajo de mis pies. Creo estar volviendo, pero hay partes que quedaron en el camino. Mi cordial saludo para ellas. Tal vez de tanto en tanto las extrañe.
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