domingo, enero 16, 2005

ENCIERROS (Parte V - De amaneceres y atardeceres)

Solo de eso se hacía nuestra relación, de amaneceres y anocheceres. Puesto que las costumbres migratorias variaron con el correr de los años, habíamos descubierto que nos amábamos sin necesidad de decirlo, que era tal vez, ese extraño sentimiento de extrañar el que nos llevaba a encontrarnos sin conocer nuestras direcciones, porque a muchos kilómetros de mí, sentía su presencia en cada momento, y porque nuestras alas no se cansaron durante seis años de hacernos volar hasta las del otro.
Pero no entiendo bien aún cuáles eran los sentimientos, si es que en realidad eso fueron y no tan solo sensaciones. Recuerdo sumergiendo mis pies en arena, mi espalda sobre una toalla y mi cabeza sobre su pecho.
¿Para que atarnos con promesas de amor eterno y fieles recuerdos si no nos veríamos por tanto tiempo cada vez que tanta distancia nos separaba? Recuerdo mis/sus frases en cada despedida: "Cuidate mucho, que tengas suerte, escribime, hablamos". Una mirada, un beso y un "yo se que tampoco vos crees en una relación a distancia". Un adiós sumamente implícito dejaba con una caricia en su rostro, una expresión de tristeza y unos ojos que solo llorarían por disconformidad, por saber que ella si creía, pero que cualquier aclaración sería inútil ante mi soberbia seguridad.
Nos volveríamos a ver, todo sería igual. Hasta que algún otro pájaro creyera, y le hiciera creer también a ella, que era posible.

No hay comentarios.: