La ciudad oscura está construida enteramente con los típicos ladrillos rectangulares que se apilan hacia la mitad del anterior por cada capa y que quedarían parejos si se eliminaran todas las filas pares o impares. La ciudad oscura no es más que una casa muy grande, con una pesada puerta de madera manchada por el tiempo, la tiniebla y la sencilla oscuridad. Tras la entrada de la ciudad oscura, un piso delicadamente cuidado, muy apropiado para el gran tránsito de las pesadas almas carentes de cuerpo que deambulan en su interior.
Pocas veces entré en la ciudad oscura, pero recuerdo que las ventanas se escondían detrás de grandes telas negras que impedían que entrara la luz del sol. El living de la ciudad oscura encubre en realidad un viejo secreto, un extraño fetiche de su clase dirigente, una sala de torturas en donde la víctima no grita pues es su espíritu quien sufre. Las paredes de los baños y la cocina de la ciudad oscura, envían al frente sus mejores peones construidos en exquisitas cerámicas de valores impensados.
Los habitantes de la ciudad oscura ya no sonríen, nunca lo hicieron, pero hoy, han abandonado su hogar. Han salido a las calles. Están intentando opacar la luz, apagar el fuego, desarmar las esperanzas, marchitar las ilusiones, maltratar los robles, y agriar el vino.
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