Me encanta el otoño, casi tanto como la primavera. Las estaciones intermedias me traen recuerdos, sensaciones. Y adoro cuando llueve y las gotas empapan las ventanas de mi casa. Es uno de los regalos más grandes que nos dá la naturaleza a menudo.
Pero no puedo mirar solo el vidrio templado empañandose de cariño y no puedo ni quiero evitar ver y saber que hay gente que duerme en las calles todos los días y que las condiciones empeoran con el frío. Todos podemos hacer algo. Si tienen alguna manta, comida caliente, sopas o lo que sea, todo puede ayudar. Y si alguien conoce algún lugar donde alojar a estas personas que por alguna razón han quedado sin hogar, no duden en dar una mano. No cuesta tanto y entre todos podemos hacer de este, un lugar mejor, para que todos, algunos más y otros menos, disfrutemos cada día como si fuera (y lo es) único e irrepetible.
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