miércoles, octubre 06, 2004

LA CASA

Viendo que la situación empeoraría antes de mejorar, decidieron hace diecisiete años mudarse a una casita pequeña, rústica y a medio construir, con sus hijos y sus ilusiones de un futuro mejor.
Tenía yo cuatro años y siete mi hermana. No había ventanas y hacía frío ese invierno. La cama marinera estaba ubicada en lo que hoy sigue siendo mi habitación, ya que en la otra aún faltaba pared y calor. Dormiríamos mi hermana y yo en la misma habitación por un tiempo. Viviríamos los cuatro en la casa, provisoriamente, hasta que la situación mejorara.
Mi padre trabajando en el taller desde los dieciséis años (provisoriamente hasta que decidiera retomar sus estudios en mecánica, lo cual aún no ocurrió). Jamás viajó a Alemania. Mi madre comenzaba a trabajar a la par, poniéndole el pecho a las balas.
Hacía frío, decía, y con todo su empeño mi padre calentaba ladrillos en el horno, luego los envolvía en papel de diario y los ponía al pié de cada cama.
El tiempo corría, nosotros crecíamos. Mi hermana se mudó a su habitación, y yo quedé solo en la mía, con todos mis miedos. Una mudanza a los cuatro años no es aconsejable.
Y mis padres trabajando por un futuro mejor, haciendo vida austera para tener ahorros, para que nosotros tuviéramos educación. Y el futuro mejoraba, pero día a día se ponía más duro. Nosotros no lo notábamos. Ellos le temían.
A mis doce años estaba decidido a formarme profesionalmente. Entendía cual era mi vocación, y mis padres decidieron que el tiempo de la inversión había llegado. Sus años de esfuerzo darían frutos en mí. Y ellos seguían trabajando. Y a nosotros jamás nos faltó ropa, comida, techo. Pero sobre todas las cosas, jamás nos faltó cariño.
Jamás lo había visto llorar. Por primera vez en mi vida, veía brotando de los ojos de mi padre las transparentes lágrimas que llevo tatuadas en mis retinas. Un diploma pasaba a mis manos, y en ese momento comprendí todas las cosas que ellos habían hecho. Pero sobretodo, comprendí el significado de la palabra "Gracias".
Estoy escribiendo esto hoy, en la misma habitación que alguna vez vi por primera vez, en la que dormí con ladrillos en mis pies, en la que jugué con los playmobils hace tanto tiempo. En donde estudié. En la habitación donde también compartí tantas cosas con mi primer amor. En esa habitación provisoria, que es mía hace diecisiete años. En esa que en poco tiempo espero dejar, pero que quedará por siempre guardada en mi alma.

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