lunes, enero 31, 2005

DE COLOR CIELO (Parte III)

Supongo que es porque sigue siendo mi alma o mi mente más generosa (a veces, cuando ella quiere), que te volví a soñar viva, después de tanto tiempo de soñarte muerta. Y sé que es una fantasía propia del subconsciente, del inconsciente, el hecho de verte radiante e iluminada por una luz algo tenue como la que tienen a veces las madres cuando ven a su hijo, y que tan solo tiene la tarea de mostrarles a todos cuanto amor guardan y cuanto entregan. Pero vos no sabés todavía de que trata todo ese amor. Vos todavía no sabes de que trata ningún amor, porque por mejores intenciones que tenga entre sueños de soñarte bellísima (persona y mujer), es tu propia vida la que tiene intenciones de destruirse y llevarte consigo. Pero me jurabas haber cambiado, y yo lo sabía, porque te veía mejor, elevada en altura, representación de espíritu. Y te besaba y volvía a sentir las mismas cosas que nunca volví a sentir por mí ni por vos ni por nadie. Las sentía y a diferencia de nuestra última realidad, no parecía estar mal sentirlas. Tanta confianza depositada se volvía verdad de un presente y futuro mejor, y tanta angustia pasada desaparecía entre la almohada y las sábanas. Pero esta vez estoy solo en la trinchera, y a diferencia de crear una guerra de amores debajo de ella, tan solo te mantendré lejos.

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