lunes, julio 18, 2005

GAUCHO CENSURA

Por los horizontes de La Pampa cabalga un gaucho con puñal, cuyo objetivo es impedir que escriba. Entonces cada vez que siento que algo de inspiración llega, se aparece en su furioso caballo y tomando su cuchillo con firmesa, sin desensillar, me mira a los ojos y me envía su mensaje. Como un reflejo condicionado, dejo caer la pluma y me dejo vencer por la pereza.
Día tras día, noche tras noche, me escondo debajo de las sábanas (ella ya no se esconde allí), y con una vela encendida, con precaución de no quemar el cuarto, cargo tinta y apoyo sobre el papel. Recién cuando la primer idea aparece, el jinete se presenta, desenfunda, amenaza.
Lo apodan "Gaucho Censura" por sus pagos y los vecinos, le temen, lo respetan, pero sobre todo lo odian. Miles de leyendas nos cuenta el horizonte, miles dicen que lo han visto y allí estoy yo. Aquí estoy yo. Cumpliendo con mi deber, haciendo honor a mi causa. ¿Qué más ridículo sino para el "Gaucho Censura" que convertirse en musa?
Cuenta un viejo mito que un oráculo predijo su muerte algún día. Alguien lo plasmaría en prosa, y de nada serviría allí su caballo y su puñal. Y fue así como con cualquier tragedia griega, la más brillante o la más burda, "Es al ñudo escaparle al destino", y escapándole lo construyes, "Gaucho Censura", que aquí clavo una cruz, a la orilla de una fosa, y dejo que caigas dentro.

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