La primera vez que trabajé en una oficina, recuerdo que cursaba en la Universidad por la mañana, entraba al trabajo al medio día y salía a las 18 o 19 horas. Era invierno, así que de noche. Me prendí un pucho, y mientras caminaba a tomar el colectivo pensaba: "Salir de trabajar y que el Sol ya se haya tomado el palo, no está bien. No puede ser sano".
La semana pasada salí de trabajar y era de noche. Lo fue durante toda la semana. Recordé lo que me había pasado por la mente la primera vez, y noté que lo que estaba mal en esta oportunidad, era que ya no me parecía que estuviese mal salir del trabajo y que ya fuera de noche. Ya me había acostumbrado a vivir equivocado.
1 comentario:
Al menos así no vivís luchando con la realidad
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