martes, octubre 12, 2004

ENCIERROS (PARTE I - LOS ROBA ALMAS)

Claro que no sería capaz de prohibirle que entre en el club, y mucho menos podría yo juzgar a un club que no me dejara entrar. Igualmente lo juzgaría si dado el caso, no me dejara salir. Esos son los peores. Los apropiativos. Los roba almas.
Debe ser un exceso de cariño por la libertad o por quien se sienta esclavo, que me lleva directo a intentar buscarla continuamente. La última vez que me sentí jaula abrí las puertas ni bien me di cuenta. No era bueno. Yo era feliz con un gorrión en mi interior. Pero es evidente que la felicidad es una caída de agua delante de los ojos, y un zumbido constante en los oídos. No podía escuchar al gorrión. Hasta que, abriendo sus alas y estirando su cuello, el gorrión dejó de cantar y gritó fuerte.

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