viernes, octubre 22, 2004

ENCIERROS (PARTE II - La tumba)

Leer ENCIERROS (Parte I - Los roba almas)

Debía ser un paisaje hermoso, pero mis ojos estaban cerrados. El olor de la tierra húmeda, el pasto recién cortado, y el silencio a mí alrededor me llenaba de paz. El ahogo de aquel entonces había terminado y no podía sentir dolor alguno. Comencé a moverme lentamente sintiendo las maderas en mi espalda. Las palpé con los extremos de mis dedos. Abrí los ojos. La misma oscuridad. Una prisión. Mi propia tumba.

Con cuidado y suavidad abrí lentamente la puerta y el gorrión asomó su cabeza, luego el cuello y en un instante estaba fuera de mi. Desplegó sus pequeñas alas, se elevó veloz, salió de mi vista. Segundos más tarde volvió el gorrión convertido en cuervo. Con su pico mordió los barrotes hasta convertirlos en escombros. Con sus uñas desgarró los escombros hasta convertirlos en arena. El viento comenzó a soplar. El cuervo se elevó por naturaleza. La arena llegó hasta aquí.

La muerte me sentaba bien, pero extrañaba la luz del sol. Cinco meses para decidirme y apenas un segundo para cerrar mi puño y golpear la tapa de madera de mi oscura prisión, que estalló mientras mi cuerpo arreglado, se erguía intentando escapar de la tierra. Corte mi brazo y sangré sobre los restos de la madera destruida. Fue suficiente combustible para que apenas una mirada desatara un incendio y acabara con toda prueba de mi inexistente muerte.

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