jueves, julio 08, 2004

FIN DE SEMANA (LARGO)

Entonces estuvimos conversando esa tarde y averigüé un par de datos para no caer en medio de los preparativos. Ya sabía a que hora salía de trabajar, pasaba por el super, partía de su casa, etc. Llegué con mis tres hojas impresas en tinta azul lavable y en las hojas de un cuaderno que ella me regaló para escribir ésta, y otras historias. En el camino iba recordando con algo de humor sano en mi cabeza, - MMM... todo muy junto, no nos iremos a cruzar, no? - Y si nos cruzamos, mala suerte -.
Mientras ponía las hojas en el sobre, y escribía su nombre y piso para que no se confundiera ningún vecino despistado, pensaba la manera de hacerle pasar un Marroc por debajo de la puerta, y en eso, la vi llegar caminando. Yo en la vereda de enfrente, con mi cabeza asomando detrás de un automóvil. Habíamos acordado no vernos, ese era el pacto. Pero al verla hermosa caminando entre la gente, no pude evitar gritarle - PI -. No se si escuchó o no, pero miró casi instantáneamente para donde yo estaba. Entre una risa burlona y debo decir que predigo algo de alegría en verme allí, cruzó la calle y vino a mi encuentro. Me abrazó, estaba acelerada, me contaba historias muy rápido y yo sin decir palabra solamente miraba su boca y sus ojos conteniéndome. Estaba apurada, ya estaban por partir. Me dio un abrazo fuerte, le deseé un buen viaje (que seguro lo tendrá), y la ví partir. No la seguí simplemente porque nada de lo que yo esperaba, había dejado de pasar. Incluso, me dio un abrazo y una frase siempre tortuosa, pero esta vez no tanto: "Hablamos a la vuelta".
Ya ando extrañándola, pero esta vez no duele.

(Pucha, de haber sabido que iba a encontrarla, le hubiera comprado un marroc... o todos).

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