miércoles, junio 23, 2004

EL GROTESCO CRIOLLO

Llegué hace un rato. Fue un día largo. Mientras volvíamos en el auto, miraba a mis adentros y a mis afueras y pensaba. Y Luego descansaba, para no pensar, aunque entre nos, seguía pensando.

Fui a visitar a mi Tío Abuelo (más conocido como El Tío Berne o Verne o Bernet, ¿quién sabe? Ni siquiera él) al hospital. Mientras deambulaba por los pasillos me iba impregnando del típico olor a antiséptico, alcohol, o lo que sea que nos ponen en las heridas, en todas, menos en las del alma. Porque ese debe ser, seguramente, el gran problema. Nadie les cura allí adentro las heridas del alma. ¿Cuán paciente debe ser un paciente?

El está bien, aunque no puede moverse demasiado porque se agita, los médicos consideran que ya es momento de darle el alta, y aunque el necesita ayuda hasta para darse vuelta en la cama, el alta fue dado. En realidad, necesitan la cama para otra persona, tal vez más grave, tal vez no. Pero con el mismo destino para su alma. La maldita enfermedad.

A su lado, un señor, debe tener unos 40 años y por lo que parece no puede mover sus piernas. Cuando llegué hoy, conversé con ambos (nunca nadie de mi familia ni yo, vio a alguien de su familia). Mientras mi tío abuelo, quería llamarnos la atención, con sus chistes, con su alma de gran artista, el otro hombre me pidió que le levantara el respaldo de la cama, ya que había llegado su comida, en manos de una "enfermera", que siquiera sabe que no se come en posición plenamente horizontal. Esta mujer, de unos 104 kilogramos, con su cara rústica y amargada, y un brazo tan ancho como los de esas personas que sirven el puré de papas multitudinario para millones de personas, con un golpe seco, se retiró sin siquiera acercarle un vaso con agua. Por suerte, mis padres le habían llevado agua a los dos el día anterior, y nosotros hicimos lo propio hoy. Cuando llega a la puerta, el hombre le dice: "Oiga, estoy hace 24 horas sin comer porque me tienen que llevar a hacer un estudio". La enfermera, como si no hubiese oído ni media palabra de lo que esa pieza de carne que pesaba acostada en esa cama alrededor de unos 65 kilogramos, respondió: "No, al final hoy no se hace". Es decir, que el hombre pasó sin comer todo el día, y no comerá hasta las 19:30 de mañana.
Cuando terminé de acomodarlo para que pudiese comer, mi tío, mi tío abuelo y yo (tres generaciones de tío-sobrino), nos quedamos conversando, cuando notamos que el otro hombre, tenía cara de dolor, y se agarraba fuerte el pecho. "¿Llamamos a alguien?" preguntó tímidamente mi tío. "No, son los nervios, angustia" respondió el hombre. Su imagen quedó grabada en mi retina.

En la secundaría me explicaron el significado total de la palabra "GROTESCO". Es un estilo de escritura bastante común, que orienta al humor acerca de temas sumamente violentos. La complicidad del lector, al saber que todo es ficción, permite que el género sea considerado como HUMOR.
Hoy el director, me puso en un escenario que mostraba un cuadro, que perfectamente podría haber pertenecido a una obra de Roberto Cossa. La diferencia es que no había con quien hacer un pacto por la ficción. Esto era real. Esto estaba lejos del HUMOR. Esto si que es triste.

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