martes, junio 22, 2004

Verde Frío

El pasto siempre estaba húmedo por las mañanas soleadas de aquellos inviernos en donde compartíamos con todos ellos una experiencia única e irrepetible, que se repetía auténtica y diferente año tras año. Recuerdo las caras de todos al levantarnos, cada lugar, cada ambiente. Fuera donde fuera, en cualquier lugar. Los veranos se tornaban iguales por las noches, ya que lejos de los edificios y de las altas luces de las ciudades metropolitanas, descansábamos en paz estando completamente vivos. Eran esos, los campamentos con esas 30 o 40 personas, que nunca pude, puedo o podré olvidar, pero aún mejor, no quiero olvidar.
Recostado ayer dando vueltas, me era imposible dormir. Estaba inquieto, nervioso, expectante. Salí al balcón de la casa de mi hermano, y cuando me senté en el suelo y prendí ese cigarrillo, aquellos momentos se dibujaron con suaves trazos sobre el aire. La pluma de un inspirado pintor, retrató en mi mente los recuerdos que carga mi alma. Y estaba con ellos, fumando un cigarro a escondidas, para que nadie se entere, porque nadie podía saberlo. Y era de noche, y estábamos lejos de todo ser vivo. Solo nosotros. Y recordé que no estábamos juntos, que habíamos decidido hacer un cambio cuadrado, que el destino, y los caprichos nos habían puesto delante. Pero recordé también que estando con otra, no podía olvidarla, y necesitaba abrazarla. Más que nada recuerdo, que vino a mi cuando la imaginé aquella vez. Porque allí la necesité más que nunca.
El pintor se cansó de dibujar y su mano se dejó vencer por el sueño, que no había llegado todavía a mi cuerpo. Cuando me di cuenta que hoy también necesitaba a alguien, que no era la misma persona, pero que seguía necesitando. Te imaginé, te busqué y te encontré. Porque siempre estás conmigo, y ahora, es en serio. Quiero que todo sea perfecto, necesito volver a abrazarte. Necesito que entiendas que soy otro, pero que sigo amando como alguna vez amé a otra. Hoy te amo a vos.

No hay comentarios.: